El antecedente histórico de las asociaciones científicas de los profesionales de la salud habría que buscarlo en el Renacimiento, cuando por primera vez aparecen instituciones constituidas por personas interesadas en el intercambio del conocimiento científico. Las más antigua de estas fue la AccademiaNazionaledeiLicei, fundada en el año 1603 y a la que perteneció Galileo y en ese mismo siglo se fundaron la Royal Society de Londres y la Academia de Ciencias de París. Ya circunscribiéndose al ámbito sanitario, el auge de las sociedades cinetíficas se produce a partir del último tercio del siglo XIX y ha continuado hasta ahora, en un proceso de desarrollo continuo que implica la adaptación a los retos que surgen en cada momento. Clásicamente la actividad de las sociedades científicas se ha orientado a la mejora del conocimiento científico de sus socios, así como de su capacidad de llevar a cabo tareas de investigación, como forma de alcanzar los mejores resultados en la atención a los pacientes. Sin embargo, esta concepción se ha ido enriqueciendo a lo largo de las últimas décadas y a fecha de hoy los objetivos de una sociedad científica abarcan junto a la promoción de la formación y de la investigación, facilitar el desarrollo profesional de sus asociados, trabajar con la sociedad civil a través de la colaboración con las asociaciones de pacientes y asesorar a la administración sanitaria en el desarrollo de los programas de prevención protección y promoción de la salud. Todo ello encaminado a conseguir el mejor estado de salud de la población.
El enfermo respiratorio
El trabajo multidisciplinario y la continuidad asistencial son pilares fundamentales a la hora de conseguir una atención sanitaria de excelencia, enfocada al paciente. Y, desde esta perspectiva, se puede afirmar que la organización de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, SEPAR, una asociación en la que se integran neumólogos, cirujanos, enfermeros y fisioterapeutas, resulta idónea para el desarrollo de actividades de formación e investigación, elaboración de protocolos de atención al paciente y desarrollo de procedimientos de coordinación y gestión, todo lo cual resulta absolutamente imprescindible para alcanzar el objetivo final de calidad en la atención a los enfermos.
Actualmente debido a esta terrible pandemia de la Covid19 que nos está arrasando vivimos unos tiempos de crisis sanitaria y económica, y, sin duda, esto se está reflejando en las prestaciones a los ciudadanos de un sistema de salud público que hasta ahora podía considerarse modélico. Estábamos asistiendo a medidas de contención basadas en la reducción de personal sanitario, control del gasto farmaceútico y supresión de algunas prestaciones sanitarias, y de repente todo estalló por los aires con la llegada del virus. Ha cambiado la estructura de la sociedad, de los hospitales, de nuestras vidas….nos encontramos con falta de médicos (neumólogos) y enfermeras y con unos sistemas de salud que se estaban adaptando para el tratamiento del enfermo crónico y que de la noche a la mañana pasan a atender en exclusiva a enfermos agudos con neumonías y otras complicaciones de la covid.
Ahora más que nunca habría que proceder a la optimización de los recursos disponibles y a este fin el papel de las sociedades científicas, por su conocimiento no solo técnico sino de las necesidades de los pacientes, resulta insustituible, aunque hasta ahora poco o nada se haya contado con ellas. La buena gestión clínica es imprescindible para el control del gasto sanitario, la adaptación de la atención sanitaria, en nuestro caso las ya conocidas UCRI, y ésta solo puede ser llevada a cabo por los clínicos que trabajan con el paciente. Se hace necesario disponer de guías de actuación multidisciplinarias que, manteniendo la calidad asistencial, favorezcan el uso adecuado de los recursos sanitarios y, a la vez, reduzcan la importante variabilidad existente entre comunidades e incluso entre áreas sanitarias de una misma comunidad.
La Covid pasará, esperemos que cuanto antes y seguirá siendo importante abordar las grandes patologías crónicas, que constituyen el auténtico reto para la sanidad actual y en el futuro inmediato. Esto sí, sin olvidar lo que está pasando y tomando nota para estar preparados y que no vuelva suceder. En neumología las denominadas UCRI han demostrado que son imprescindibles en los hospitales, que salvan vida y evitan ingresos en las UCI, que son estructuras muy eficientes. Han llegado para quedarse y adaptarse ya no solo a la covid, sino a los enfermos respiratorios crónico que sufren agudizaciones. Coordinación, cohesión, equidad, rapidez de actuación, adaptación a los cambios….son temas que tenemos que abordar y tener previstos par el presente y el futuro.
Neumología y enfermedades respiratorias crónicas
Durante años se han creado grandes instituciones sanitarias para atender a las patologías agudas y ahora nos encontramos con pocos recursos y estructuras para atender a los pacientes crónicos, que constituyen ya una mayoría. Así, estos pacientes son atendidos en su mayor parte en los grandes hospitales, diseñados para otras finalidades y, por tanto, menos eficientes. Además, este tipo de asistencia tampoco consigue la adecuada rehabilitación del paciente, quien ve así mermada su calidad de vida. En esta situación son muchas las formas en las que el trabajo de las sociedades científicas puede ayudar a mejorar aquella y deben, por tanto, ser tenidas en cuenta por la administración. Entre las acciones en las que el papel de las sociedades científicas resulta irremplazable podemos señalar: la detección y priorización de necesidades sanitarias, la elaboración de protocolos y guías multidisciplinarios de procesos, el desarrollo de programas educativos para pacientes que les capacite para sus autocuidados, el asesoramiento para la organización de nuevas formas de atención al pacientes más eficientes como pueden ser el mayor desarrollo de las consultas de enfermería, la hospitalización a domicilio y los cuidados domiciliarios, el asesoramiento para la implantación de la telemedicina en determinadas técnicas diagnósticas y de control. Todas estas actuaciones pueden contribuir en gran manera a mejorar la gestión y hacer posible la sostenibilidad del sistema. Por el contrario, la introducción de medidas de supresión de prestaciones, de forma indiscriminada y sin contar con el asesoramiento de los profesionales solo puede conducir a la pérdida de calidad en la atención sanitaria y no siempre con reducción del coste.